El día de ayer, caminar por las inmediaciones del centro de Buenos Aires resultaba muy complicado. Una monstruosa multitud de personas de todas las edades, con pancartas, disfraces, y pinturas, intentaba llegar a la Plaza de Mayo en el día de la Memoria, la Verdad y la Justicia. El cartel de la cabecera de la marcha principal comenzó a avanzar desde el Congreso de la Nación hacia la Casa Rosada, 10 cuadras más abajo, pero era tal la cantidad de manifestantes que el recorrido entero estuvo lleno de transeúntes durante toda la tarde.
El 24 de marzo de 1976 en Argentina, las fuerzas armadas tomaron el gobierno nacional con el apoyo internacional de países vecinos, que vivían sus propias dictaduras, y de Estados Unidos en los lineamientos del plan Cóndor. También contó con el apoyo interno de instituciones como la iglesia católica, y de gran parte de la sociedad argentina desgastada por la creciente violencia política y el deterioro económico. Aquella dictadura cívico-eclesiástica-militar fue la condensación de todos los gobiernos de facto que interrumpieron el estado de derecho en el siglo pasado. El programa no solo fue una sistematizada destrucción de cuerpos e ideas, también de economía e industria nacional. Su fracaso fue tan rotundo que dejó en claro que la democracia debía convertirse en un valor a proteger. Por eso, cada 24 de marzo es una oportunidad para mantener la memoria del genocidio activa e inculcar valores que reafirman la democracia.
Argentina ha sido pionera a nivel mundial tanto en los juicios a responsables como en legislaciones que intenten evitar atropellos y que puedan reparar el daño a las víctimas y familiares de detenidxs, torturadxs, y asesinadxs. Como dice Lily Galeano, militante del Movimiento Popular Nuestramérica “los derechos humanos en Argentina son un faro para un colectivo muy amplio que comenzó con familiares, Madres, Abuelas e Hijos y por eso hoy seguimos luchando, y gracias a ese colectivo se han impulsado juicios que continúan en todo el país, a pesar de haber atravesado gobiernos liberales, esto nos permite seguir adelante con la memoria”.
Autoritarismo, brutalidad, y terror omnipresentes fueron las características principales de aquellos siete años de dictadura, casi el mismo periodo que duraría hoy un gobierno democrático con reelección. Tras la vuelta a la democracia en 1983, la derecha reaccionaria correspondía a grupos sociales marginales. Sin embargo, los argumentos de quienes intentaban justificar los crímenes de lesa humanidad nunca fueron totalmente eliminados. La llamada “teoría de los dos demonios” equipara el terrorismo de Estado con las manifestaciones de grupos civiles armados, justificando ese accionar. Sabrina Bolke, familiar de detenidxs y torturadxs durante de la dictadura y víctima de agresiones durante el actual gobierno afirma, “a nuestros viejos no los secuestraron por luchar por la memoria, la verdad y la justicia, sino por pelear por una patria liberada, por la redistribución de la riqueza, por un país sin pobreza ni exclusión, libre de las opresiones capitalistas y neoliberales”.
El avance reaccionario en Argentina
El panorama cambió en 2015—por primera vez en la historia de Argentina, la derecha reaccionaria había ganado elecciones democráticas, es decir, había accedido al poder por vías constitucionales. Los grandes poderes económicos reflejados en empresas y multimedios de comunicación habían hecho campaña por la coalición de Mauricio Macri. Su gestión dejó la mayor deuda que un país tiene con el FMI, además de los atropellos que corrieron el límite de lo institucionalmente tolerado allanando el camino para la llegada de Javier Milei y su partido, La Libertad Avanza. La historia de la última dictadura eclesiástica-cívico-militar está presente en la mayoría de las familias argentinas como víctimas o como parte de las fuerzas armadas. El recuerdo del terror de Estado ha sido un tópico común en la cultura y la política, con las juventudes a la vanguardia de la defensa de ese legado histórico. Pero en los últimos años, lxs jóvenes se volvieron conservadorxs.
La libertad Avanza coopto de un electorado de muy corta edad, en su mayoría masculino, que transitó su adolescencia durante la pandemia, sumidos en incertidumbre y expuestos a influencers que culpaban de todos los males a las grandes conquistas transfeministas y promovían el individualismo, el corporativismo, y el rechazo a las políticas públicas. El avance del neofascismo en Argentina sorprendió a quienes creíamos que la defensa de la democracia era un valor sólido. En 2015 el conservadurismo todavía se expresaba de forma velada. Para 2023, las propuestas electorales eran explícitamente intolerantes: eliminación del Estado en la protección de lxs más vulnerables y derogación de leyes logradas por las minorías.
“Hoy, como en la dictadura, vemos un gobierno autoritario y represivo. Entonces hubo desapariciones, secuestro de mujeres embarazadas, apropiación de niños y el asesinato de 30.000 personas”, dice Galeano, quien vivió en carne propia los peores impactos de la dictadura al ser hija de un trabajador desaparecido en el año 1976. “Hoy, el gobierno liberal de Javier Milei reproduce ese autoritarismo y represión, intentando borrar nuestra historia y desmantelar las políticas de derechos humanos”, Galeano concluye.
El desmantelamiento de estas políticas se dio en dos frentes: eliminación de presupuestos para la memoria y validación de discursos de odio. Casos como el del fotoperiodista Pablo Grillo, gravemente herido por un agente de seguridad tras documentar la represión, o el de Sabrina Bolke, atacada por ser parte de Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (HIJOS), evidencian la escalada de violencia. “En mi propia casa un hombre me agarró por la espalda, me tapó la boca y los ojos, destruyeron mis cosas, mis recuerdos mientras me insultaban y me golpeaban contra la pared y en las costillas,” cuenta Bolke respecto a un ataque que sufrió durante el marzo del 2024 por su activismo, “Me apuntaron con armas, me dijeron no venían a robar, sino a matarme por meterme en ‘el tema de los derechos humanos’”, sus agresores fueron claros respecto al verdadero motivo de su irrupción ilegal seguida de terribles vejaciones. Cuando se quedó sola y pudo llamar a la policía, descubrieron que habían dejado en la pared de su domicilio pintadas con consignas características de La Libertad Avanza.
Calles en disputa: de la represión a la movilización popular
Relatos de esta gravedad se hacen cada vez más comunes. Sin embargo, el gobierno entra a un punto de inflexión. Las inconformidades sociales empiezan a ser cada vez más visibles y el gobierno tiene que demostrar firmeza al proteger uno de sus principales bastiones: las calles libres y ordenadas. Es verdad que gran parte de la población se había cansado de los constantes cortes que impedían la libre circulación del resto de lxs ciudadanxs. Las marchas eran cotidianas en las principales urbes como Buenos Aires, Córdoba, y Rosario, ese método de protesta resultó en un agotamiento de quienes no entendían las consignas o la urgencia de los reclamos. Javier Milei supo ver ese conflicto de intereses y desde el comienzo de su gobierno se reprimieron violentamente todas las manifestaciones populares.
Quienes siguieron reuniéndose frente al Congreso Nacional sin cansancio fueron lxs viejxs, principales víctimas del brutal ajuste una vez más, con recortes a las jubilaciones, a las asignaciones de medicamentos, y demás medidas tomadas en detrimento de sus derechos para proteger el relato del superávit fiscal. Las imágenes de policías y gendarmes golpeando salvajemente a ancianxs no dejaron de reproducirse y la tolerancia social empezó a quebrarse.
24M Hoy
Para este lunes 24 de marzo se esperaban movilizaciones masivas y que las consignas resuenen en las calles, los clubes, las escuelas, en cada rincón, sin miedo a las represalias. “La memoria nos interpela sentimentalmente porque habla de lo que vivimos y sentimos, de la identidad, es pasión, dolor, felicidad, convicciones, alegrías, pérdidas y conquistas. Los 30.000 son memoria, con sus convicciones y su humanidad”, comenta Bolke. La contundencia de las manifestaciones de este año reflejaron que el pueblo todavía recuerda el terror de esos siete años de dictadura. También, que no nos olvidamos que las víctimas de ese régimen fueron torturadas, desaparecidas, y asesinadas por soñar con un mundo más justo, por expresar con libertad sus preferencias amorosas o políticas, por ser orgullosas de lo que las diferenciaba, de sus gustos, sus opiniones, en fin, de su propia identidad. Bolke reflexiona algo que resuena en esta idea de la defensa de la identidad cuando recuerda su ataque “cuando el agresor me ata la boca con una camiseta de Racing Club, nunca me sentí tan sola en mi vida, pero pensaba que, al menos, me moriría besando esa camiseta del club que amo y que me legó mi familia y que me da identidad, que es parte de mi memoria”.
Se vivió una jornada histórica en la que el pueblo argentino tomó las calles de todo el país con consignas, cánticos, y reclamos que son clásicos de la fecha como los referidos a la dictadura, al pedido de carcel común para los militares, al negacionismo de lxs 30.000 desaparecidxs, y del genocidio. Además, consignas que apuntan al contexto actual como posiciones en contra de un nuevo acuerdo con el FMI, de la agenda antiderechos o del avance fascista en Argentina y el mundo.
Si bien el documento —con las reivindicaciones y acuerdos generales de cada espacio político organizador de las manifestaciones— que se leyó reviste la seriedad de los acontecimientos que evoca, la realidad es que el día estuvo plagado intervenciones artísticas, espacios de juegos para niñeces, aplausos, y sonrisas ante la presencia de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y mucha emotividad cómplice por parte de lxs asistentes.
Dicen que los momentos de crisis ayudan a marcar prioridades. Tras diecinueve años de marchas y consignas divididas por diferencias políticas, este 24M fue convocado en unidad por los organismos más importantes de Derechos Humanos -el Encuentro de Memoria, Verdad y Justicia y la Mesa de Organismos de DDHH-, y el documento reivindicatorio que se leyó fue único. Las diferencias y discusiones son necesarias, pero la división sólo debilita el progreso. Por eso, es una gran noticia que en un contexto tan adverso haya acuerdo entre lxs grandes referentes históricxs. Más allá de los retrocesos y los golpes, la convicción de que la democracia es la única forma de libertad posible sigue siendo la norma.
Virginia Tognola es docente, comunicadora y escritora independiente. Militante del campo popular en Argentina, sus textos abordan temas de cultura, política y derechos humanos. Ha publicado en medios periodísticos como Nacla.org, New Internationalist, El Grito del Sur y Progressive International. Su narrativa le ha valido reconocimientos como la mención especial en el X Certamen SIERRA DE FRANCIA.